domingo, 16 de octubre de 2011

Nacionalismo de aldea

No sé si es muy científico, pero un método para calibrar la estupidez del prójimo consiste en medir su nivel de contaminación identitaria. El nacionalista es compacto, impermeable; sus ideas, aferradas en el interior del cráneo, jamás sufren la erosión del medio que las rodea. Por eso el nacionalista lo tiene todo tan claro, y por eso el mundo se le presenta tan sólido, esférico y sin fisuras; por eso rara vez viaja, por eso no aprende idiomas, no vaya a ser que un viento nuevo traiga perfumes de duda a su denodada identidad.

El problema crece cuando estos personajes se hacen con el control de la educación pública, y la impregnan con esa contaminación identitaria. En ese momento, se difunde la idea de que en la mesa de mamá se come como en ninguna parte; de que el patrón de mi barrio hace los milagros más grandes y de que en la feria de mi pueblo las mujeres son las más guapas y las que con más gracia bailan.

Así, a estos alumnos contaminados, nadie les permite entenderse, salir de sí mismos para dejar la comodidad del hogar y enfrentarse a cielos desconocidos. Salir de casa siempre entraña peligro: porque uno puede descubrir, al conocer otros jardines y otras hogueras que no puedo reclamar como propios. Que lo mío no es lo mejor, vaya.

Algunos partidos se han empeñado, desde la derecha y la izquierda, como les gusta llamarse, en nacionalizar a los alumnos de estas islas. UPyD propone abrirles mundo, ayudarles a entenderse, y sobre todo, dejar las guerras a favor de los derechos de las lenguas, para respetar los derechos de los ciudadanos a usarlas. Claro está que para eso hay que querer salir de la aldea, y reconocer que hay cosas fuera de ella que pueden estar bien.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El señor Cortes a vuelto a manifestarse, justamente cuando se acercan elecciones, curioso.
Sigue en el partido de los autoritarios, siendo perro fiel de Calbarro. Yo me preocuparía de mantener el puesto en Globalia, que no está la cosa para despistarse.

Jose Luis Cortes dijo...

Veo que hay cosas que el tiempo no cambia, y que hay personas que no son capaces de pasar página. Por lo demás, muy valiente su actitud anónima, muy al estilo de los encapuchados... a cada cual le definen sus actos, señor anónimo.

Me alegra reencontrarle por aqui...a veces uno tiene la impresión de estar escribiéndole al vacío.

Jose Luis Cortes dijo...

Por cierto, señor Calbarro, cada vez que un señor anónimo me compara con su perro fiel, estoy más orgulloso de serlo. Otros se descubrieron como cuervos, y eso sí es para hacérselo mirar.

Anónimo dijo...

Que triste es compararse con un perro fiel, dice mucho de ti, por cierto, los cuervos sois vosotros, pero ya os llegará vuestra hora, de abandonar la política por nefastos.

Jose Luis Cortes dijo...

Sus comentarios hacen que me alegre enormemente de apoyar a quien apoyo, de haber confiado en quien lo hice, y sobre todo, y lo más importante, de no dejarse embaucar por personajillos que lo único que han buscado, desde siempre, es el rédito personal, al nivel que sea. Y dejando eso a un lado, me parece mucho más triste ocultarse para decir todo eso de lo que parece estar usted tan seguro.