El PSOE ha perdido el rumbo a la hora de plantear un sentido de gobierno coherente. Se está dedicando, de un tiempo a esta parte, a maquillar sus propuestas según sea el acompañante de sus desvaríos. El desahogo y el descaro convierten a este gobierno en un barco a la deriva, rodeado en su viajar de todo tipo de piratas que ven en su debilidad una oportunidad de beneficio propio.
El PSOE se ha visto obligado a diluir en lo esencial las propuestas que conformaron la receta estrella del presidente del Gobierno en el pasado Debate sobre el estado de la Nación. De esta forma, apoyado en partidos minoritarios, que como todos sabemos son especialistas cuando se trata de pescar en río revuelto.
En la senda del olvido se han visto deambular las propuestas y planteamientos del presidente: ordenadores portátiles, rebajas en los impuestos de PYMES, deducciones a la compra de vivienda... A la hora de negociar, aborto sus ideas y rebajo la importancia y el interés de sus planes, adaptándolos a los oídos e intereses de los receptores, buscando sogas en las que ahorcarse económicamente, vinieran del color político que vinieran.
El positivismo y la demagogia siguen pilotando la nave en la que el Gobierno nos ha embarcado, desacreditándose a cada paso que dan, volteando el timón según se levante el viento, y deshaciendo y rehaciendo cada día un plan de acción que no cuenta ni siquiera con el apoyo mínimo en el Gobierno. Es una pena que personas como Ramón Jáuregui, que intentó salvar la cara del Ejecutivo insistiendo en su llamamiento al diálogo social, sean relegados al más allá, escondidos en listas electorales que ni siquiera incluyen sus nombres.
Bastó una ligera tos de los sindicatos y de IU para que se rompieran los acuerdos con CIU. Bastó un leve comentario de sus posibles sustentos en el Parlamento para olvidar lo dicho y deshacer lo hecho. El presidente está reforzando su dependencia de unos pocos y su desvinculación de muchos otros. La pena es que todos vuelven dispuestos cuando hay dinero de por medio, y nadie renuncia a una buena financiación, a pesar de los agravios anteriores, a pesar de las mentiras.
Así pues, de nuevo se ha demostrado que más que un Debate sobre el Estado de la Nación, lo acaecido días pasados, y sus resoluciones posteriores, dan forma a lo que podríamos denominar el Estado de Remate de la Nación.
El PSOE se ha visto obligado a diluir en lo esencial las propuestas que conformaron la receta estrella del presidente del Gobierno en el pasado Debate sobre el estado de la Nación. De esta forma, apoyado en partidos minoritarios, que como todos sabemos son especialistas cuando se trata de pescar en río revuelto.
En la senda del olvido se han visto deambular las propuestas y planteamientos del presidente: ordenadores portátiles, rebajas en los impuestos de PYMES, deducciones a la compra de vivienda... A la hora de negociar, aborto sus ideas y rebajo la importancia y el interés de sus planes, adaptándolos a los oídos e intereses de los receptores, buscando sogas en las que ahorcarse económicamente, vinieran del color político que vinieran.
El positivismo y la demagogia siguen pilotando la nave en la que el Gobierno nos ha embarcado, desacreditándose a cada paso que dan, volteando el timón según se levante el viento, y deshaciendo y rehaciendo cada día un plan de acción que no cuenta ni siquiera con el apoyo mínimo en el Gobierno. Es una pena que personas como Ramón Jáuregui, que intentó salvar la cara del Ejecutivo insistiendo en su llamamiento al diálogo social, sean relegados al más allá, escondidos en listas electorales que ni siquiera incluyen sus nombres.
Bastó una ligera tos de los sindicatos y de IU para que se rompieran los acuerdos con CIU. Bastó un leve comentario de sus posibles sustentos en el Parlamento para olvidar lo dicho y deshacer lo hecho. El presidente está reforzando su dependencia de unos pocos y su desvinculación de muchos otros. La pena es que todos vuelven dispuestos cuando hay dinero de por medio, y nadie renuncia a una buena financiación, a pesar de los agravios anteriores, a pesar de las mentiras.
Así pues, de nuevo se ha demostrado que más que un Debate sobre el Estado de la Nación, lo acaecido días pasados, y sus resoluciones posteriores, dan forma a lo que podríamos denominar el Estado de Remate de la Nación.
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