La sala 61 del Supremo ha anulado, por unanimidad, las candidaturas de las dos listas vinculadas al entorno de ETA, y eso ha dejado a muchos ciudadanos huérfanos, en un caladero de votos a los que ciertos partidos ya están echando las redes.
Otros, en cambio, se alegran de la noticia, sin hacer cuentas electoralistas. Por primera vez en democracia, unas elecciones vascas no tendrán presencia abertzale, y los seguidores del nacionalismo radical deberán elegir una opción democrática, o no elegir. Hace ya mucho tiempo que los familiares de las víctimas reclaman una situación como esta, en la que sólo los demócratas tengan opinión, dónde ETA no tenga una silla reservada en la primera línea de la política vasca.
Todos sabemos que seguirán influenciando, de una u otra forma, el devenir de la vida cotidiana de los vascos, pero al menos se van quedando relegados, arrinconados, tanto por los hechos como por los ciudadanos, que vuelven a apostar, según las encuestas, por una mayoría constitucional en la que ya aparece UPyD como nexo de unión. Y no habría mejor situación que la que los dos grandes partidos, PP y PSE, llevando a cabo un nuevo concepto de política en el País Vasco, dejando a un lado sus diferencias partidarias y pensando por primera vez en 30 años en el devenir del pueblo vasco.
El tribunal supremo ha abierto un nuevo panorama en la política vasca, basado en la coherencia. Y aunque no debería ser noticia el cumplimiento de la ley, nos llama la atención porque carecía de precedentes. Dejaremos atrás el pasado, y los gobiernos que si permitieron la presencia de ANV cuando estaba demostrado que estaba vinculada a ETA; quizás el gobierno, en ese momento, tenía cuentas pendientes que cumplir. Ahora parece que se ha librado de ellas. Que así sea.
lunes, 9 de febrero de 2009
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