Todos sabemos que la innovación es una de las herramientas clave para la competitividad de las empresas turísticas, al incidir sobre las prestaciones y los costes de su oferta. El sector en Baleares, competitivo a lo largo de varias décadas, está dejando de serlo, a favor de otros mercados con una oferta similar, y mejor relación calidad-precio.
Muchas de las empresas en Baleares han sabido ir adaptándose a un entorno cambiante mediante la introducción de novedades o mejoras en los productos, procesos u organización. De hecho, son muchos los grupos turísticos baleares que expanden su formato más allá de las islas, focalizados sobretodo en el mercado caribeño.
Pero el sector no depende únicamente de esas grandes empresas, sino que se compone de otras más pequeñas, a las que les cuesta mucho más adaptarse a ese nuevo tipo de oferta. No se trata sólo de la oferta hotelera, sino también el resto de servicios destinados a cubrir las necesidades de ese turismo que nos visita.
Cualquiera que se dé una vuelta por Playa de Palma, Torrenova o Magalluf se dará cuenta que la oferta sigue siendo, en muchos casos, la misma de hace dos décadas, que los comercios luchan por subsistir ofreciendo lo mismo a turistas diferentes, que el mercado va por detrás de la demanda, y eso dificulta la llegada de un turismo de calidad, mucho más exigente que el turismo low cost.
El sector turístico en Baleares debe plantearse la renovación paulatina, pero eficaz, de su oferta, dotando al destino Baleares de una marca de calidad, apta para todos los precios y públicos, y complementada con un sector servicios adaptados a las demandas de los nuevos clientes, mucho más exigentes que los de hace 20 años.
Muchas de las empresas en Baleares han sabido ir adaptándose a un entorno cambiante mediante la introducción de novedades o mejoras en los productos, procesos u organización. De hecho, son muchos los grupos turísticos baleares que expanden su formato más allá de las islas, focalizados sobretodo en el mercado caribeño.
Pero el sector no depende únicamente de esas grandes empresas, sino que se compone de otras más pequeñas, a las que les cuesta mucho más adaptarse a ese nuevo tipo de oferta. No se trata sólo de la oferta hotelera, sino también el resto de servicios destinados a cubrir las necesidades de ese turismo que nos visita.
Cualquiera que se dé una vuelta por Playa de Palma, Torrenova o Magalluf se dará cuenta que la oferta sigue siendo, en muchos casos, la misma de hace dos décadas, que los comercios luchan por subsistir ofreciendo lo mismo a turistas diferentes, que el mercado va por detrás de la demanda, y eso dificulta la llegada de un turismo de calidad, mucho más exigente que el turismo low cost.
El sector turístico en Baleares debe plantearse la renovación paulatina, pero eficaz, de su oferta, dotando al destino Baleares de una marca de calidad, apta para todos los precios y públicos, y complementada con un sector servicios adaptados a las demandas de los nuevos clientes, mucho más exigentes que los de hace 20 años.
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