jueves, 3 de marzo de 2011

Bendito Carnaval

Un carnaval es una celebración pública, que combina elementos festivos en las calles con los mensajes críticos y realidades sociales del momento. Su característica común suele ser la permisividad y un cierto descontrol, que invita a desinhibirse.

En Madrid, este año, la temática del carnaval va a girar en torno a la locura, y sus bailes de máscaras tendrán su base en el circo, y su famoso “Pasen y vean”, tan típico y tan realista.

Y en esas, estoy impaciente por saber qué será de los miembros del Gobierno durante esos días de carnaval, ellos que llevan dos legislaturas vistiendo máscaras, ellos que impregnan de locura y sinsentido todo lo que tocan, ellos, que muestran descontrol y cierta dejadez en lo que se refiere a la gestión de nuestros intereses como ciudadanos.

En este circo gubernamental que nos preocupa, Zapatero es el payaso que, acostumbrado a hacernos reir con sus continuas ocurrencias, es incapaz de tomarse en serio a sí mismo, y por consiguiente, ninguno de los retos que se se avecinan.

Todos damos por hecha su caída, y lo único que nos mantiene atentos es conocer la forma y el momento. Los equilibrios en la cuerda floja se le están haciendo cada vez más difíciles, sobretodo porque algunos de sus allegados, lejos de tenderle la mano, le mueven la cuerda.

Nosotros tenemos la obligación de no aplaudir estas funciones circenses que, día a día, nos desayunamos sin quererlo en los medios de comunicación. De nosotros depende que este circo cierre sus puertas, emigre a otro lugar en el que sus espectáculos no nos ruboricen, y dejar paso a otros artistas de la política, con ideas nuevas, con nuevos proyectos, con la ilusión que eso debe desprender, y que debe servir para contagiar a los ciudadanos del valor de la democracia y su participación.

El carnaval de Madrid cambiará la cara de la ciudad por unos días. En la Moncloa, desde hace tiempo, están instalados en el perpetuo carnaval, y sus miembros juegan al despiste tras sus máscaras.

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