De todos es sabido que ciertas actividades promovidas por el Ayuntamiento de Palma suelen estar dotadas de un cierto carácter disgregatorio, como lo demuestra lo sucedido con los campamentos de verano que organiza dicho Consistorio, y denunciado hace unos días por varios miembros del PP.
Esta vez se trataba de una semana de vacaciones en el refugio de La Victòria, en Alcudia, para catalanoparlantes, en las que se han dado por llamar “Colonias Lingüísticas”. Dichas colonias han sido organizadas por la Concejalía de Cultura, y según he podido leer tienen un coste de unos 35 euros. En cambio, el mismo campamento ofertado por el servicio de Juventud del Consistorio palmesano que incluye los mismos servicios que el anterior cuesta 90 euros, y en este caso no discrimina si el usuario es o no catalán o castellanoparlante.
Eso deja la situación de la siguiente forma: si yo soy catalanaparlante puedo elegir entre un campamento de 35 y uno de 90. En cambio, si por desgracia no lo soy, no tendré mas remedio que abonar los 90 euros o quedarme en casa de los abuelos esa semana.
Ni que decir tiene que nadie puede entender cómo el mismo ayuntamiento propone actividades con diferentes condiciones, no solo de coste, para dos tipos de ciudadanos. Así pues, parece ser que el hecho de que en la actualidad estemos gobernados por un cúmulo de grupúsculos, cada uno con sus propios intereses, está sirviendo de caldo de cultivo para que se produzcan este tipo de sinrazones. El ayuntamiento clasificando a los ciudadanos a su antojo para dirigir hacia ellos los mismos servicios a diferentes precios. Eso estaría bien, si es que se llega a implantar, llevarlo a otros campos de la vida pública.
Se me ocurre, por ejemplo, que podrían cobrar los impuestos dependiendo del peso del ciudadano, del número de pie, incluso de la altura, porque todo esto afecta al uso que cada uno le damos a los servicios públicos de los que disponemos. Y con algo más de tiempo mi mente podría crear algunos paralelismos mucho más sangrantes, pero eso no sería sano, ni para mi ni para quien lea estas líneas.
Así que nada, tendremos que seguir acostumbrándonos a leer este tipo de noticias, que cada día sorprenden menos y se producen más a menudo.
Esta vez se trataba de una semana de vacaciones en el refugio de La Victòria, en Alcudia, para catalanoparlantes, en las que se han dado por llamar “Colonias Lingüísticas”. Dichas colonias han sido organizadas por la Concejalía de Cultura, y según he podido leer tienen un coste de unos 35 euros. En cambio, el mismo campamento ofertado por el servicio de Juventud del Consistorio palmesano que incluye los mismos servicios que el anterior cuesta 90 euros, y en este caso no discrimina si el usuario es o no catalán o castellanoparlante.
Eso deja la situación de la siguiente forma: si yo soy catalanaparlante puedo elegir entre un campamento de 35 y uno de 90. En cambio, si por desgracia no lo soy, no tendré mas remedio que abonar los 90 euros o quedarme en casa de los abuelos esa semana.
Ni que decir tiene que nadie puede entender cómo el mismo ayuntamiento propone actividades con diferentes condiciones, no solo de coste, para dos tipos de ciudadanos. Así pues, parece ser que el hecho de que en la actualidad estemos gobernados por un cúmulo de grupúsculos, cada uno con sus propios intereses, está sirviendo de caldo de cultivo para que se produzcan este tipo de sinrazones. El ayuntamiento clasificando a los ciudadanos a su antojo para dirigir hacia ellos los mismos servicios a diferentes precios. Eso estaría bien, si es que se llega a implantar, llevarlo a otros campos de la vida pública.
Se me ocurre, por ejemplo, que podrían cobrar los impuestos dependiendo del peso del ciudadano, del número de pie, incluso de la altura, porque todo esto afecta al uso que cada uno le damos a los servicios públicos de los que disponemos. Y con algo más de tiempo mi mente podría crear algunos paralelismos mucho más sangrantes, pero eso no sería sano, ni para mi ni para quien lea estas líneas.
Así que nada, tendremos que seguir acostumbrándonos a leer este tipo de noticias, que cada día sorprenden menos y se producen más a menudo.