José Luis y sus amigos van al colegio, y se sientan en las primeras filas aparentando interés por lo que allí se trata, pero en verdad están deseando terminar cuánto antes, para dedicarse a lo que a ellos realmente les gusta. Su falta de interés, y su poca capacidad, hace que José Luis y sus amigos no obtengan muy buenos resultados en sus calificaciones, y lo peor es que ocultan esos resultados a sus padres y falsifican los boletines. Los padres, por su parte, confían en la honradez de sus hijos, y por lo tanto se despreocupan de José Luis y sus amigos.
Pero un día José Luis y sus amigos fueron llamados por la directora a su despacho. Hacía mucho tiempo que no hablaba con sus padres, y quería citarles. José Luis y sus amigos creyeron entonces que era hora de empezar a contarles algunas verdades a los padres, y lo fueron haciendo poco a poco. Un día reconocieron un suspenso en Matemáticas: lo que ellos había dicho que era una nota positiva terminó siendo negativa. Al día siguiente, reconocieron un suspenso en Geografía: José Luis y sus amigos habían confundido los límites de España, las autonomías, incluso el concepto de nación lo dejaron en blanco en un examen. Y así día tras día, hasta que los padres se dieron cuenta que José Luis y sus amigos iban a suspender el curso, que habían perdido todo ese tiempo ocultándoles los problemas que habían ido surgiendo para poder disfrutar haciendo lo que les gustaba el mayor tiempo posible. Nada se pudo hacer después, porque era tarde. Los padres pensaron medidas para corregir la situación, pero todas llegaban tarde: buscaron apoyos, profesores particulares… pero fue inútil.
Hoy, José Luis y sus amigos gobiernan nuestro país, y los engañados no son sólo sus padres. Quizás la diferencia es que aunque no podamos salvar este curso, podemos tomar medidas para que no sigan más en clase, al menos en la clase política que nos gobierne.
Pero un día José Luis y sus amigos fueron llamados por la directora a su despacho. Hacía mucho tiempo que no hablaba con sus padres, y quería citarles. José Luis y sus amigos creyeron entonces que era hora de empezar a contarles algunas verdades a los padres, y lo fueron haciendo poco a poco. Un día reconocieron un suspenso en Matemáticas: lo que ellos había dicho que era una nota positiva terminó siendo negativa. Al día siguiente, reconocieron un suspenso en Geografía: José Luis y sus amigos habían confundido los límites de España, las autonomías, incluso el concepto de nación lo dejaron en blanco en un examen. Y así día tras día, hasta que los padres se dieron cuenta que José Luis y sus amigos iban a suspender el curso, que habían perdido todo ese tiempo ocultándoles los problemas que habían ido surgiendo para poder disfrutar haciendo lo que les gustaba el mayor tiempo posible. Nada se pudo hacer después, porque era tarde. Los padres pensaron medidas para corregir la situación, pero todas llegaban tarde: buscaron apoyos, profesores particulares… pero fue inútil.
Hoy, José Luis y sus amigos gobiernan nuestro país, y los engañados no son sólo sus padres. Quizás la diferencia es que aunque no podamos salvar este curso, podemos tomar medidas para que no sigan más en clase, al menos en la clase política que nos gobierne.