lunes, 24 de octubre de 2011

Educar no es adiestrar

Me resulta asombroso, en muchos casos, los parámetros y la metodología de la que se sirven nuestros docentes y nuestras instituciones educativas con la finalidad de educar y formar a nuestros alumnos: mientras en los países más avanzados a nivel educativo intentan crear leyes para educar e integrar, en España todo lo que tiene que ver con la educación tiene más tintes de adiestramiento que de otra cosa. Los nacionalismos han tenido mucho que ver en eso, puesto que de esta forma, ellos se erigen en figuras imprescindibles, soportadas por la lectura parcial que hacen de la situación sociocultural de nuestro entorno.

Educar debería ser una actividad que interrelaciona a los dos polos de la educación, el educador y el educando, y que implica la transmisión de conocimientos verdaderos, valores auténticos y experiencias relacionadas con los mismos con la finalidad de lograr en el educando una más efectiva auto gestión de su propia vida en función de su naturaleza auténticamente humana. Si esta finalidad de educación no se cumple, degradamos el hecho a la instrucción, o mera transmisión de conocimientos.

De esta manera, entonces, una educación auténtica sería aquel conocimiento trasmitido y aprendido que sea capaz de favorecer el hecho de que una persona pueda por si misma lograr una mejora en sus competencias.

En cambio, adiestrar es una actividad que busca la obtención de una respuesta de alguien en función de un estímulo otorgado. En el adiestramiento no existe ni es posible la auto gestión de la propia vida sino que busca un automatismo de conductas.

¿Por qué a los alumnos no les permitimos, por ejemplo, autoevaluarse? Una de las mayores debilidades que vemos las personas adultas es nuestra incapacidad de evaluarnos a nosotros mismos. No nos han educado para ello. Siempre hemos dependido de la valoración de un tutor, que evita la progresión del alumno en sus capacidades de autogestión, al cual ni siquiera se le enseña a gestionar los elementos más básicos y elementales de su propia vida. De esta manera, la escuela se transforma, no ya en un centro de educación, sino en un centro de adiestramiento donde las formas externas de la disciplina hacen parecer frente a los ojos inexpertos que se ha logrado una educación efectiva.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cita con tu conciencia

El próximo 20 de Noviembre los ciudadanos tendremos la oportunidad de renovar y revitalizar nuestra democracia. De sacar por la puerta de atrás a los corruptos, a los incapaces, a quienes se han ligado con los nacionalistas para diluir nuestra cohesión, para saquear el erario y secuestrarnos el futuro.

Las elecciones para elegir diputados son, a la vez, una prueba de fuego para el Estado, pero especialmente para los españoles, que tendremos que demostrar que aprendimos la lección de los últimos años, las contrataciones irregulares, los amiguismos, la corrupción y tantos otros males que han mancillado nuestro discurrir democrático, y han creado desconfianza a nivel internacional.

Los españoles debemos derrotar el miedo, debemos ser capaces de liberarnos del yugo del bipartidismo, y votar en conciencia, libremente, con responsabilidad civil, cuando estemos frente a las urnas, en soledad. Tu voto, como el mío, es un reflejo de la confianza que tú depositas en un partido para que decida por ti en cuestiones muy importantes, y debes pensar bien en si las personas y los programas que proponen son los que se ajustan más a tu forma de pensar. No votes en negativo, ni castigando, ni por descarte. En 20 de Noviembre tenemos que darles una lección a quienes traicionaron la confianza ciudadana. Votemos por los mejores, los más preparados.

No podemos premiar con nuestro voto a quienes actúan en beneficio propio y consideran el dinero del Estado como un botín de guerra. Hagamos de nuestro voto un manifiesto pacífico por la renovación política y nuestra democracia saldrá reforzada. Así pues, participa, infórmatey vota en conciencia. Tú mismo saldrás agradecido de tu gesto, y entre todos nos demostraremos que otra forma de hacer política es posible, y los ciudadanos debemos reclamarla.

lunes, 17 de octubre de 2011

Mediadores de pago

Se han ido ya los mediadores, en sus coches de lujo para recorrer apenas 2 calles, con sus trajes, su ambiente de fiesta, bolsillos llenos de sus emolumentos por dorarle la píldora a sus pagadores, dejando tras de si una jornada de vergüenza y desaliento para la paz que vinieron a buscar.

Ayer el pueblo vasco fue testigo de una fiesta de lo absurdo, de una sinrazón avalada con su presencia por miembros del PNV, del PSE y de los empresarios vascos. Todos ellos, como convidados de piedra dieron fe de unas conclusiones que ensalzan las doctrinas de la izquierda abertzale sobre el final del mal llamado conflicto vasco.

Quien sale muy beneficiado de todo esto es Bildu y sus marcas adheridas, puesto que como acto de inicio de campaña no tiene precio. Volvieron a hablar de conflicto, rechazando la situación real de un escenario en el que el terrorismo no deja lugar a nada más.

Eguiguren arrastró ayer al PSE, y por extensión al PSOE, a un abismo en el que él se encuentra muy a gusto. No en vano lleva ya muchos años manejándose en esas aguas turbias próximas al mundo etarra. Ayer muchos se unieron a esa vil forma de hacer las cosas, en las que el pasado no pesa, y las víctimas de la banda terrorista se equiparan a las víctimas teóricas de un Estado opresor (hay que ser ruin para comparar una pistola con una nuca…)

La democracia es algo más sucia desde ayer en el País Vasco, la dignidad de las víctimas del terrorismo se volvió a pisotear con el beneplácito de los que allí acudieron, mediadores incluidos.

Los mediadores, al fín y al cabo, se limitaron a airear los postulados históricos de quienes les contrataron para acudir a la conferencia, intentándolo suavizar con cierto regusto edulcorado para hacerlo más comestible. Gracias a Dios, los españoles hemos entrenado el paladar para evitar tragarnos según qué tipo de historias, y a estas alturas, ya nadie debería pensar que lo de ayer sirvió para algo más que para publicitar a la izquierda abertzale.

domingo, 16 de octubre de 2011

Nacionalismo de aldea

No sé si es muy científico, pero un método para calibrar la estupidez del prójimo consiste en medir su nivel de contaminación identitaria. El nacionalista es compacto, impermeable; sus ideas, aferradas en el interior del cráneo, jamás sufren la erosión del medio que las rodea. Por eso el nacionalista lo tiene todo tan claro, y por eso el mundo se le presenta tan sólido, esférico y sin fisuras; por eso rara vez viaja, por eso no aprende idiomas, no vaya a ser que un viento nuevo traiga perfumes de duda a su denodada identidad.

El problema crece cuando estos personajes se hacen con el control de la educación pública, y la impregnan con esa contaminación identitaria. En ese momento, se difunde la idea de que en la mesa de mamá se come como en ninguna parte; de que el patrón de mi barrio hace los milagros más grandes y de que en la feria de mi pueblo las mujeres son las más guapas y las que con más gracia bailan.

Así, a estos alumnos contaminados, nadie les permite entenderse, salir de sí mismos para dejar la comodidad del hogar y enfrentarse a cielos desconocidos. Salir de casa siempre entraña peligro: porque uno puede descubrir, al conocer otros jardines y otras hogueras que no puedo reclamar como propios. Que lo mío no es lo mejor, vaya.

Algunos partidos se han empeñado, desde la derecha y la izquierda, como les gusta llamarse, en nacionalizar a los alumnos de estas islas. UPyD propone abrirles mundo, ayudarles a entenderse, y sobre todo, dejar las guerras a favor de los derechos de las lenguas, para respetar los derechos de los ciudadanos a usarlas. Claro está que para eso hay que querer salir de la aldea, y reconocer que hay cosas fuera de ella que pueden estar bien.