martes, 26 de agosto de 2008

Serendipity

Siempre que la razón humana, los esquemas prediseñados en los que basamos nuestros quehaceres diarios, y la lógica no consiguen resolver a priori tragedias como la que estos días hemos vivido con el accidente del vuelo de Spanair, en el aeropuerto de Madrid, se desempolva de mi memoria la palabra Serendipity.
Todo comenzó hace muchos años, cuando esa película irrumpió en mi vida, dándole la vuelta por completo. Desde entonces, el significado de esa palabra ha caminado junto a mi como a otros les acompaña el Carpe Diem. Según leí en una ocasión, se trata de un neologismo acuñado a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades.
Pero eso, claro, está descartado en nuestra sociedad de la información. Hemos creado una sociedad que funciona con la lógica del interruptor, con el paradigma del estimulo respuesta. Cuando este no funciona, cuando se resquebraja la certeza, echamos mano de la culpa para suplir el papel que hace tiempo interpretraba el azar.
Escuché estos días que para que un accidente de este tipo tenga lugar, se deben dar varios factores al mismo tiempo. Ese hecho, la coincidencia de varios factores en un espacio y tiempo concreto, es una serendipia, y cada una que ocurre nos recuerda lo lejos que estamos de controlar el mundo que nos rodea. Será quizas, que no es ese nuestro fin último.

martes, 5 de agosto de 2008

Pasión catalana, sangre española

Descuidando el lenguaje y la corrección ortográfica, el señor Puig se ha vuelto a enzarzar en polémicas fiscales, pero esta vez ha sacado su lado más chulesco y chabacano. Y es que parece ser que se haya envuelto en un espacio marginal que sobreviven base a sus actuaciones deplorables.

Retoma su línea de actuación, convirtiéndose en una caricatura de sí mismo, en la mofa de todo el panorama político y mediático español, mal que le pese. Quizás en la sociedad en la que él quedó anclado, las noticias no tenían mayor recorrido que el del chascarrillo entre amiguetes, pero alguien debería haberle comentado que hacer uso de la palabra en un blog es algo más que todo eso, y conlleva una cierta responsabilidad de la que ahora sus propios compañeros de partido intentan deshacerse.

Sr. Puig, si pretende autoproclamarse como la voz de todo un pueblo, que en principio y bajo su punto de vista tiene una lengua que lo abandera, lo menos que podría hacer es hacer buen uso de la misma. Para muestra, un botón: “Ens roben, ens diuen “hijos de puta” i tenim que estar callats? “ es parte del título de su post en el que hace referencia a la solidaridad catalana y la desagradecida actitud extremeña. Vaya y pregunte en todos esos colegios en los que solo se enseña en catalán, y verá qué “tenir que” es un castellanismo. Cualquiera con algo de mala uva pensaría que le queda a usted en sus venas algo de sangre española, que brota cuando se exalta. ¡Qué ilógicos son los sentimientos!